Viñeta de Kalvellido
Cuando pienso en el testamento que dejaré no se me ocurre gran cosa.
Unos versos, un perro, unos pocos amigos.Una casa llena de cicatrices.
Nada más.
Eso será todo porque la memoria viajará conmigo.
Los versos se llenarán de polvo, el perro envejecerá deprisa, los amigos quizá echen de menos mis silencios, mis dudas, mis espantos pero pronto continuarán con sus vidas porque su deber es vivirlas.
La casa será habitada por otros que ignorarán que hubo allí una vez una poeta resistiendo demasiadas embestidas.
Me gustaría dejar más rastros, que se cumpliera alguno de los sueños de amor y de justicia, que se hiciera cierto mi deseo de reconciliarme con un mundo que al nacer ya me dio la espalda.
Antes de morirme quisiera devolver las caricias, deshacer los fracasos, convertir en victorias los enfados, reír por cada uno de los llantos, partir mi corazón y repartir los pedazos.
Quisiera vaciarme de ternura remendando los andrajos, sepultar las ideas egoístas que atrofian la empatía y después, en mi casa, con mi perro, y mis versos, morirme en paz contando las estrellas.