Debe ser muy frustrante para un periodista que prepara una entrevista con un político, dedicar tiempo y esfuerzo en buscar los puntos débiles de su gestión y no encontrar ninguna lo suficientemente importante como para desacreditarlo o ponerlo en apuros. Esa sensación de fracaso la debió sentir la periodista de TVE Ana Ibáñez Llorente mientras entrevistaba al presidente de Ecuador Rafael Correa tras su última visita a España. Las cifras de su buena gestión como presidente son incuestionables: un crecimiento sostenible del PIB desde 2007 que ha ido acompañado de una enorme reducción de la pobreza (un 27% desde 2006) y las desigualdades sociales multiplicando por dos la inversión pública y social, una tasa de desempleo del 4,1%, unos pagos de intereses de la deuda pública menores del 1% del PIB con una relación entre deuda pública y PIB en un modesto 25%, y un índice de popularidad de más del 80% (mayor incluso que Obama) ratificado en las urnas el pasado 17 de febrero, donde obtuvo la victoria con un 57,17% de los votos frente a los 22, 68% del banquero Guillermo Lasso. La periodista lo tenía difícil, y además se le notó mucho, haciendo el ridículo por momentos. La periodista parecía más preocupada por los intereses económicos de las multinacionales españoles en Ecuador (Repsol, Telefónica, etc.) y una ficticia "inseguridad jurídica" que por la situación de los propios ecuatorianos. Como los datos económicos y sociales son indiscutibles por más que se empeñen en ocultar y manipular su gestión, recurrió al recurso fácil de tratar de presentar a Rafael Correa como un censor y un enemigo de la "libertad de expresión" y la "libertad de prensa", algo que, al igual que ocurre en todas sus entrevistas, Correa desmontó con argumentos, llegando incluso a poner en serios aprietos a la periodista cuando la retó a que pusiera ejemplos concretos de esa "mala relación con los medios de comunicación" de la que hablaba. Los periodistas no lo tienen fácil con él. Rafael Correa no cede ni un milímetro ante los intentos por parte de los periodistas de manipular los hechos y tergiversar la realidad, y así lo demuestra en cada entrevista que concede.
Tal y como dije en otras ocasiones, los presidentes de la izquierda en América Latina, como ha demostrado de nuevo en esta entrevista Rafael Correa, hablan otro idioma distinto al que habla la Troika, los burócratas de la UE, los tecnócratas, los dirigentes políticos españoles (incluidos muchos de la izquierda plural) y los medios de comunicación. Todos estos "amantes" de la democracia española hablan y actúan por y para los Bancos y las grandes corporaciones multinacionales. El presidente Rafael Correa y el resto de los mandatarios de la izquierda Latinoamericana hablan y actúan por y para su Pueblo, para las clases populares y trabajadoras. Aquí, en la "gran democracia" española, a eso lo llaman "populismo"; yo lo llamo respeto por los ciudadanos que los han elegido democráticamente. Lo llamo democracia. Porque ¿a qué llamamos democracia, a unos presidentes que están cumpliendo sus programas electorales, reduciendo las desigualdades sociales y la pobreza, creando empleo, democratizando sus instituciones, recuperando sus soberanías, poniendo los recursos naturales y económicos de sus países al servicio de la mayoría de la sociedad, o llamamos democracia a lo que ocurre en España y en el sur de Europa, donde se colocan banqueros a dirigir los países sin pasar por las urnas o donde los presidentes - como Zapatero y Rajoy - incumplen sus programas electorales y sucumben a las exigencias del capital financiero en contra de su propio Pueblo - cambiando incluso la "sacrosanta" Constitución - y que están empobreciendo y causando sufrimiento y muerte entre los ciudadanos sólo para enriquecer a la Banca y a la burguesía empresarial?
Artículos relacionados: Rafael Correa arrasa en Ecuador: los hechos pesan más que las mentiras
Rafael Correa: un presidente digno, una izquierda digna
El "New Deal" del Ecuador: nada es tan exitoso como el éxito (Mark Weisbrot)
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada