A los catorce compró aquel morral
con la foto del Che
y fue aprendiendo que la libertad
es un bien por hacer.
El Che murió transparente y total
como un rayo de luz
y la esperanza llenó su morral
con canciones del sur.
Hay un muchacho que mira hacia atrás
y recuerda que fue
con su papel a ejercer el derecho
que tiene a creer
y ese muchacho ahora piensa que al fin
lo que fue se acabó,
la transparencia no fue en el país
donde el chico creció.
Y tiene mi edad
y el color de mi voz,
tan cerca de mí
que podría ser yo.
Aquel muchacho creció sin saber
que en su estrecho país
no se podía cantar, pero alguno cantó
porque sí.
Porque la vida es un bien que no debe
causarnos dolor,
un bien de todas y todos los sexos
y tribus del sol.
Y se pregunta si ya no es posible
encontrar la verdad,
si en la impureza perdimos el rastro
de la honestidad,
la transparencia, las buenas ideas
que un día pensó
eran la causa de todo discurso
y de toda canción.
Y tiene mi edad
y el color de mi voz,
tan cerca de mí
que podría ser yo.
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